Espíritu (entidad sobrenatural)

A menudo las tradiciones populares le confieren poderes milagrosos e influencias más o menos ocultas en el mundo físico.[2]​ En la Europa del siglo XVII, los espíritus incluían ángeles, demonios y almas incorpóreas.Un poco similar a Hesíodo, en Timeo, Platón menciona dioses, demonios, habitantes en el Hades, héroes y humanos del pasado.Numerosos teólogos le seguirían, entre ellos Tertuliano (De spectaculis) y Lactancio (siglo IV).En el siglo V, Martianus Capella describió un mundo habitado por espíritus, sátiros, etc: En su Comentario al Timeo (439), Proclo admite nueve niveles de realidad: Uno, ser, vida, mente, razón, animales, plantas, seres animados y materia prima.Pseudo Dionisio Areopagita, hacia 490, influido por Proclo y San Pablo, clasificó los espíritus celestes en tres tríadas, formando así los nueve coros celestes (de arriba abajo): Serafines, Querubines, Tronos, Señoríos, Potestades, Dominios, Principados, Arcángeles y Ángeles.En el budismo Theravada, existen hasta 31 planos de existencia con, de menor a mayor: seres del inframundo, espíritus hambrientos (petâ), semidioses (asurâ), deidades (devâ), incluido Brahmâ (en los planos 12-14).[7]​ En el Islam, el Corán se refiere a la ciencia del alma como una ciencia reservada exclusivamente a Dios: En teología, el Espíritu Santo —o expresiones equivalentes como son, entre otras, Paráclito, del griego παράκλητον parákleton: ‘aquel que es invocado’, del latín Spiritus Sanctus) es una compleja noción teológica por medio de la cual se describe una “realidad espiritual”[8]​ suprema, que ha sido interpretada de maneras múltiples en las confesiones cristianas y escuelas teológicas.Según teólogo Rudolf Bultmann, hay dos maneras de pensar en el Espíritu Santo: «animista» y “dinamista”.[10]​ La distinción coincide con el Espíritu Santo como don temporal o permanente.
El Espíritu Santo suele ser representado con una paloma blanca que representa la pureza, otras representaciones son el fuego (simboliza la energía transformadora), el agua (simboliza su acción en el bautismo) o el viento (simboliza que no lo podemos ver).