Darwin no habló de la evolución humana hasta mucho tiempo después, cuando publicó su libro La ascendencia del hombre, en 1871.
Pero los seguidores de Darwin sí comenzaron a aplicar la teoría al ser humano.
[2][3][4] El primer candidato a eslabón perdido fue hallado por uno de los grandes buscadores, Eugène Dubois, que entre 1886 y 1895 descubrió restos que él mismo describía como «una especie intermedia entre los humanos y los monos».
[5][6][7] Sus profesores, Raymond Dart y Robert Broom se percataron enseguida que se trataba de antepasados remotos del ser humano, cercanos al chimpancé, aunque sus contemporáneos no lo tomaron en consideración.
Por su parte, Henry Gee, uno de los editores de la publicación científica Nature, dijo que el término «eslabón perdido» en sí mismo es engañoso y que la comunidad científica necesitaría evaluar su importancia.