[3] Los autores afirman que existe un cierto grado de sobrediagnóstico de escoliosis en la escuela, el cual origina daños en el bienestar de la niñez, con implicaciones éticas, sociales y económicas.
[4] Tras una actividad preventiva en el colegio o instituto, se origina un diagnóstico incorrecto de escoliosis que desencadena una serie de intervenciones médicas innecesarias sobre el adolescente.
Son cascadas diagnósticas y terapéuticas en las que participan varios especialistas, las cuales pueden finalizar con daño iatrogénico sobre un niño sano con espalda normal.
Los riesgos son sobreexposición innecesaria a rayos X (por reiteradas radiografías diagnósticas), técnicas de rehabilitación con efectos secundarios (tracciones), tratamientos ortopédicos estigmatizantes (corsés dorsolumbares) y gastos en tiempo, desplazamientos, etc.[5] La familia del niño vive con angustia la información recibida en el reconocimiento escolar, y le obliga a buscar la confirmación diagnóstica y los tratamientos que le curen.
Pero este proceso puede traer más complicaciones que ventajas, limitando el desarrollo físico y psíquico del menor, al estar condicionado por la multitud de intervenciones sanitarias a las que es sometido.