El esconjuradero se erige en el barrio alto, junto a la iglesia parroquial.
Los esconjuraderos son un elemento característico de la cultura y tradiciones pirenaicas.
Es por ello que éstas edificaciones se localicen en puntos donde existe una amplia panorámica del horizonte.
La tradición oral local cuenta que, hasta bien entrado el siglo XX, siempre que se anunciaba tormenta con pedrisco, Miguel Trallero, el último sacristán de Almazorre, corría al esconjuradero para encender un cirio bendecido por Pascua.
Está hecho con sillarejo, bóveda esquilfada y loseta plana para la techumbre.