Una sociedad rural con grandes dificultades para el cultivo (escasez de agua o escasez de tierra; orografía abrupta, dificultades técnicas, …) era sumamente sensible a los fenómenos naturales cíclicos como las sequías, las pedregadas estivales o las tormentas.
También permitía la realización de misas para obtener la lluvia o para conjurar calamidades naturales.
Se trata de un elemento predominantemente presente en el pirineo aragonés, aunque existen también ejemplares en Lérida, Gerona y la vertiente francesa, fruto de una cultura tradicional prirenaica con numerosas características comunes.
En Aragón, los esconjuraderos se ubican en la zona septentrional del territorio, en el Prepirineo y Pirineo.
En las vecinas provincias de Lérida y Gerona existe la figura del comunidor como elemento arquitectónico con funciones similares a los esconjuraderos aragoneses.