[4] Esaú inmediatamente revirtió las políticas impopulares de Tomás, llamando a los nobles exiliados y restableciendo a Mateo, obispo de Ioánina, que había sido expulsado.
[5] El nuevo gobernante siguió una política de pacificación, y buscó una reconciliación tanto con los clanes albaneses como con el Imperio bizantino.
Aunque su territorio era totalmente independiente de Constantinopla, este reconocimiento le ayudó a fortalecer y legitimar su posición.
[7] Ioánina fue nuevamente amenazada, y Esaú consiguió otra vez evitar el desastre con la ayuda de los otomanos.
Sin precisar más del apoyo turco, Esaú terminó enfrentándose con sus antiguos aliados y los derrotó, lo que le hizo confiar en su propio poder.