Su ascendencia no es conocida; solamente se sabe que, por su patronímico, fue hijo de un probable conde llamado Fernando.[2] La presencia de otro conde en la corte llamado Diego Fernández, genearca de una poderosa familia del norte de Portugal, esposo de Oneca, posiblemente de origen navarro, ha llevado a algunos historiadores a suponer que Ero y Diego Fernández eran hermanos, aunque no existe prueba documental que confirme tal parentesco.[3][4] El conde Ero vivió durante los reinados del rey Alfonso III de Asturias y sus sucesores y ostentó la dignidad condal desde finales del siglo IX y las primeras décadas del siglo X.[5] Ejerció la tenencia o commisso del territorio lucense y el 7 de julio de 910, estando en Lugo roboró un documento dirigido al rey Ordoño II mediante el cual los condes prometen restaurar las casas destruidas en la ciudad.[9][7] Debió fallecer poco después y fue enterrado en el monasterio de Ferreira de Pallares que fundó con su segunda esposa.