[2] Según Streeruwitz, la industria austriaca subvencionó estas unidades para defender por la fuerza sus intereses, que creía desatendidos en las Cortes.
[6] Su aceptación no fue fácil: pasaron cuatro semanas desde la renuncia de Seipel hasta que finalmente se eligió al nuevo canciller,[7][8] dedicadas a negociar con las distintas fuerzas políticas.
[9] La Heimwehr, que hubiese preferido otro canciller, quedó excluida del gabinete y pronto tuvo desavenencias con él.
[1] Streeruwitz, hostil en realidad a la organización —que consideraba útil solo como instrumento para desbaratar huelgas y oponerse a una intentona socialista—,[3] la consideraba una amenaza al Estado que debía ser eliminada o quedar completamente controlada por este.
[1] Streeruwitz esperaba el sostén, no la imposición de objetivos, de la Heimwehr y quedó pronto enfrentado a la formación paramilitar que anteriormente había ayudado a crear.
[14] Durante el verano y en parte para no perjudicar el importante negocio turístico —afectado por la tensión política—, el Gobierno prohibió los desfiles con armas o instrumentos que se pudiesen utilizar como tales, y los Gobiernos regionales los prohibieron por completo en Viena y Baja Austria.
[7] Streeruwitz, honrado y con buenas intenciones pero débil, debía ser sustituido por un nuevo canciller más del gusto de la formación, como Carl Vaugoin, Anton Rintelen o Johann Schober.
[23][24][25] La posición del partido aumentó la presión al Gobierno y facilitó la campaña desencadenada contra él por la Heimwehr.
[27] A mediados de septiembre, mientras se encontraba en Ginebra, la Heimwehr publicó un artículo amenazador exigiendo reformas inmediatas,[28][29] que en realidad el canciller ya estaba estudiando.
[34] Hungría e Italia también lo preferían tanto al canciller como a otras figuras de la derecha austriaca, pues lo consideraban una garantía de gobierno a la vez estable y afín.
[37] El día 25, sin haber podido presentar su proyecto de reforma constitucional a las Cortes, dimitió.