A diferencia de otras regiones de Europa durante la Alta Edad Media, muchos escandinavos probablemente sabían leer y escribir, bien sobre hueso o madera.
[1] Sin embargo, era complicado grabar sobre piedra, por lo que surgió la figura del grabador de runas.
A lo largo del siglo XI, cuando fueron grabadas la mayoría de las piedras rúnicas, ya había ciertos especialistas que eran contratados para grabar, decorar y erigir las piedras; cuando se terminaba el trabajo, a veces finalizaba el escrito mencionando al erilaz, convirtiendo estos monumentos históricos en los primeros ejemplos de obras de arte firmadas por el autor.
También es un derivado de *erōn, «lucha, batalla», por lo tanto el significado más aproximado sería «aquel que lucha, guerrero», aunque también se ha vinculado a *arōn («águila»).
[3] Según Hávamál, estrofa 138, Odín, el dios principal del panteón nórdico, se considera el primer Erilaz o «sabio de las runas».