Sus fósiles, datados entre cuarenta mil y quince mil años, son cercanos a los del Equus caballus germanicus (el caballo germánico) y podrían no corresponder a una subespecie válida.
Basándose en descubrimientos paleontológicos en numerosos yacimientos de la actual Francia, como Solutré, Camiac y La Quina, François Prat postula que Equus caballus gallicus reemplazó gradualmente a Equus caballus germanicus y que las dos subespecies son distintas.
Por otro lado, Véra Eisenmann, investigadora del CNRS y MNHN, postula que los ejemplares atribuidos a Equus caballus gallicus no presentan una variación suficientemente distinta de la subespecie Equus caballus germanicus.
[2] Según Vera Eisenmann, la transición de Equus caballus germanicus a gallicus parece haber sido gradual y acompañó cambios en el biotopo.
Basándose en pinturas rupestres y en caballos primitivos como el de Przewalski, los especialistas le atribuyen un pelaje pardo o pangaré (amarillo pardo claro, crines y puntas negras, decoloración de la parte inferior).