Los equinoccios se usan para fijar el inicio de la primavera y del otoño en cada hemisferio terrestre.
Los instantes de los equinoccios se definen actualmente para ser cuando la longitud geocéntrica aparente del Sol es 0° y 180°.
[11] La palabra deriva del latín aequinoctium, de aequus (igual) y nox (genitivo noctis) (noche).
En consecuencia, según un reloj solar correctamente construido y alineado, la duración del día es de 12 horas.
Los años bisiestos y otros factores hacen que las fechas de ambos acontecimientos varíen ligeramente.
Las coordenadas ecuatoriales de cada equinoccio son: a) para el equinoccio vernal, ascensión recta y declinación nula; b) para el primer punto de Libra, ascensión recta, 12 horas, y declinación nula.
Es el punto donde el Sol en su movimiento anual aparente por la eclíptica pasa de sur a norte del ecuador celeste, y su declinación cambia de negativa a positiva.
También se suele llamar a este punto o nodo equinoccio vernal.
Así, por ejemplo, el tiempo sidéreo se mide desde el meridiano local al equinoccio de marzo en sentido retrógrado, y la ascensión recta de un cuerpo en la esfera celeste se toma desde el punto Aries al círculo horario del objeto, en sentido directo.
Desde este punto de vista los equinoccios son el instante (o la fecha, en un sentido más general) en que suceden determinados cambios estacionales, opuestos para el hemisferio norte y el hemisferio sur: Los equinoccios realmente son un momento particular en el calendario, un instante de tiempo que ocurre a una hora determinada, en vez de todo un día (aunque acostumbramos llamar equinoccio o día equinoccial a la jornada en que ocurre este instante).
Las fechas extremas de los equinoccios para el siglo XXI son las siguientes:
Los equinoccios se definen en cualquier planeta con un eje de rotación inclinado.