En 1863 llega el ferrocarril a la ciudad, ubicándose la nueva estación en la margen derecha del río.
El estudio, publicado en 1889, tenía una relevancia singular, pues pretendía la ocupación de 80 hectáreas para dar cobijo a 16.000 personas; cifras muy ambiciosas en el León de entonces, que ocupaba una superficie ligeramente inferior para una población similar.
Este primer estudio ya define algunos elementos característicos que se han conservado en la actualidad, tales como el carácter vertebrador de Ordoño II en la nueva trama urbana.
Dada la escasa viabilidad del estudio de 1889, el ayuntamiento convoca un concurso siete años más tarde que englobaba los terrenos del anterior estudio menos los pertenecientes al monasterio de San Claudio, quedándose la actuación en 55 hectáreas.
Por todo ello, el proyecto original planteaba la Gran Vía de San Marcos como principal eje viario, siguiendo los preceptos del ensanche de Barcelona.