Enrique O'Gorman
Los toques previstos son: "Reunión: los vigilantes deben marchar hacia el lugar de donde parte; Auxilio: los vigilantes deben auxiliar al que lo ha dado; Marcha: los agentes deben rondar la manzana a su custodia; Llamada: indica la llamada del oficial, sargento o cabo; Incendio: el que deben dar y repetir los agentes mientras se dirigen hacia el lugar del siniestro".No obstante la epidemia de fiebre amarilla en Buenos Aires se extendió imparable por la ciudad.Finalizada la epidemia, el folletinista Eduardo Gutiérrez publicaba en El Plata Ilustrado lo siguiente:Al siguiente año, la fama de O'Gorman dio lugar a una polémica interna en la fuerza policial.Un redactor de la revista policial, Osvaldo Saavedra, le respondió a Méndez que se dejara "de bombo por simpáticas que sean las personalidades [...] hablemos la verdad: si apenas se le ha concedido honradez al señor O'Gorman, no habrá más que concederle [...] Se quiere hacer un hecho heroico que el señor O'Gorman, en la época calamitosa de la epidemia, no abandonara su puesto y se fuera a gozar del aire puro y oxigenado de las frescas campiñas.[…] si haberse mantenido en la brecha cumpliendo con su deber envuelve un sacrificio digno de alabanzas, tribútelas el señor Méndez a la policía entera; a nosotros también entonemos himnos de gloria, que nosotros como el señor O'Gorman, tuvimos la misma delicadeza y supimos sostenernos en nuestros puestos."Logró el esclarecimiento del atentado contra el presidente Domingo Faustino Sarmiento en 1873.Permaneció en su puesto hasta octubre de 1887, cuando se jubiló con goce del sueldo íntegro asignado a ese empleo.Estaba casado con Josefa Petrona Capdevila Pinto, hija de Pedro Alcántara Capdevila Vigo y de Juana Rita Pinto García, con quien tuvo varios hijos: Joaquina, Adolfo, María, Antonino, Rosario y Pedro.