Emperador Wen de Han

Sabiendo del ambiente hostil en el que se encontraba, el nuevo emperador inició su gobierno con extrema cautela y suspicacia.

La situación del Imperio era complicada al momento de su ascenso al trono; los gobernadores regionales continuaban teniendo gran autonomía, la economía aún no se recuperaba y las fronteras del norte continuaban siendo amenazadas por las incursiones de los Xiongnu.

[4]​ Así, tuvo una política de gobierno generalmente no-intervencionista y caracterizada por una gran atención hacia el pueblo.

[5]​ El emperador falleció en el verano del 157 a. C. y fue sucedido por su hijo Liu Qi, quien luego recibiría el nombre póstumo Jing.

En general, Wen es recordado como un monarca benevolente que sentó las bases para un periodo de prosperidad y riqueza en toda China.