Emily Carr

Previamente, la pintura canadiense consistía básicamente en retratos y paisajes representativos.

Los temas principales tratados por Carr en su obra adulta fueron los nativos y la naturaleza: "Los tótems nativos situados en la profundidad del bosque o en aldeas nativas abandonadas" y, más tarde, "los largos ritmos de los bosques del Oeste, playas de maderas flotantes agitadas y amplios cielos".

[1]​ Carr homogeneizaba estos dos temas de una forma propia y única.

"La calidad en su habilidad pictórica y su visión [...] le permitieron dar forma a los mitos del Pacífico que estaban cuidadosamente destilados en su imaginación".

Contra todo pronóstico, ya que vivía en una sociedad poco atrevida artísticamente, llegó a conocer el éxito y se convirtió en "un referente del movimiento de la mujer" para quien la conoció en 1930 en Nueva York.