Emidio Antonini
[2] Según Emilio La Parra López:Antonini era un experimentado y ambicioso diplomático que desde su llegada a Madrid en 1831 se había ganado la confianza de los reyes españoles, hasta el punto de convertirse en su consejero íntimo.En la capital francesa mantuvo buenas relaciones con el emperador Napoleón III, pero con el final de la Guerra de Crimea en 1856 la posición internacional del reino napolitano se deterioró.[4] Se conserva un retrato escultórico consistente en un altorrelieve en busto en mármol inserto en una hornacina.[6] Filippo Ruffini había muerto en la infancia, y el monumento funerario muestra Emidio sobre la efigie mortuoria de su sobrino como velando su sueño.De acuerdo con su biógrafo Antonio Saladino:fu il migliore dei diplomatici borbonici: intelligente, ricco di intuito e di spirito d'osservazione, buon negoziatore, sapeva servirsi con abilità proverbiale del cornetto con cui correggeva la sua sordità; era assai sensibile ai problemi economici, commerciali e amministrativi.