Así, mientras su hermano mayor alcanzaba fama internacional viviendo entre París y Nueva York, Elvira se convierte en toda una personalidad en Lima.
[3] El indigenismo en el Perú obedeció a una tendencia generalizada por intentar reencontrar las raíces culturales en las diversas expresiones vernaculares.
Elvira Luza, junto a otros intelectuales, artistas y coleccionistas, hicieron lo propio para que se reconozca e incorpore el aporte de estas personas al acervo cultural del Perú a través de exposiciones, ferias y galerías.
Sin embargo, a pesar del gran dominio y conocimiento sobre las artes populares peruanas, Elvira no ha dejado un testimonio escrito pero sí promovió un espacio para el encuentro entre grandes artistas y pensadores a través de las recordadas tertulias que tuvieron lugar en su casa.
[4] Hacia el 2004, Elvira Luza donó su colección al Museo de Artes y Tradiciones Populares del Instituto Riva-Agüero (PUCP) que alberga, aproximadamente, siete mil piezas entre cerámicas, trajes, retablos y otras piezas de fina artesanía.