[3] En los años setenta, organizó seminarios literarios semanales en Buenos Aires, a los que asistían muchos escritores y poetas de la comunidad sirio-libanesa.
En los últimos años de su vida, abrió otra tienda que le aseguró estabilidad e independencia financiera.
Esa nostalgia se acrecentó tras un amorío con final infeliz, que le añadió un tinte pesimista.
A continuación, se centraría más en sus sentimientos nacionalistas; denunciando el sometimiento de su país natal y los conflictos étnico-religiosos.
Firmemente opuesto a la partición de Siria, llamó traidor a un miembro del parlamento libanés y elogió la figura del líder druso Shakib Arslán, emparentado al escritor y periodista exiliado en Argentina Emín Arslán.