Para asegurar el predominio del partido oficial —Alianza Renovadora Nacional (ARENA)— el régimen recurrió a todo tipo de manipulaciones electorales y políticas.
Las elecciones presidenciales fueron en todo momento indirectas, y las de gobernadores estatales lo fueron casi siempre.
El partido oficialista impuso al candidato aperturista propuesto por las Fuerzas Armadas, el general Ernesto Geisel, pero el único partido de oposición tolerado —Movimiento Democrático Brasileño (MDB)— se atrevió a presentar su propio candidato alternativo, Ulisses Guimaraes.
En este momento se perfilaban nuevos integrantes en la oposición al régimen: la Iglesia católica, los sindicatos, los colegios de abogados y los empresarios.
[2] En 1978 Geisel consiguió imponer a Joao Figueiredo como su sucesor y que ARENA mantuviera la mayoría en el Congreso.
[5] Tras su éxito electoral, la oposición impulsó el movimiento «Directas Ya», que exigía que la siguiente elección de presidente fuera a través de votación popular directa y no mediante un colegio electoral diseñado por el régimen.
[5] De esta manera, el PDS tenía que elegir un candidato presidencial entre los cuatro que se postulaban: el vicepresidente Aureliano Chaves, el ministro del Interior Mário Andreazza, el senador Marco Maciel y el diputado Paulo Maluf.
La candidatura a vicepresidente quedaba reservada para los disidentes del PDS y Sarney quería que fuera para Maciel, pero el PMDB prefirió que fuera el propio Sarney, quien se afilió al partido opositor por no estar registrado todavía el PFL.
Quedaba así abierta la posibilidad de que los disidentes rompieran la disciplina impuesta por el régimen.
Se impuso la candidatura de la AD por 480 votos contra 180 y Neves fue elegido presidente.
Tras haber logrado la derrota del candidato oficial del régimen, la hasta entonces oposición se encontraba con que el nuevo presidente era el hombre que había dirigido al partido oficialista hasta hacía poco, un hombre vinculado a la dictadura durante dos décadas.