Mientras una elección puede hacerse entre opciones imaginarias («¿qué pasaría si...?»), normalmente se hace entre opciones reales y seguidas de la correspondiente acción.
Si la preferencia es más compleja, como al implicar un determinado escenario en la ruta, la cognición y los sentimientos intervienen en mayor medida y la elección es más difícil.
Existen muchos ejemplos complejos (con decisiones que afectan lo que la persona percibe, piensa o siente), como elegir un modo de vida o una posición política.
La mayor parte de la población ve la toma de decisiones como algo positivo, aunque existe una gran cantidad de limitaciones que pueden llevar a considerar la elección como una molestia y, posiblemente, un resultado insatisfactorio.
Hay cuatro grandes tipo de decisiones; aunque pueden expresarse de varias formas, Brian Tracy, las divide en:[1] Existe otro tipo si se combinan la tercera y cuarta en una sola, es la decisión colaborativa, que debería hacerse consultando y acordándola con otras personas.