El secuestro

Esta traducción inevitablemente conllevó alteraciones semánticas, lo que resultó en una novela un tanto distinta de la original.

Su intención era crear un libro distinto a los demás, influyente, que entretuviera y mantuviera un espíritu crítico en los lectores.

[7]​ El proyecto fue retomado alrededor de 1990 por Cristina Hernández, Hermes Salceda, Marc Parayre y Regina Vega, a quienes más tarde se unieron Marisol Arbués, Elisabeth Subirós y Mercé Murrel.

También colaboraron Jordi Abela, Enrique Gómez, Eugen Helmlé, Ramón Lladó, Clara Lorda, Gonzalo Pérez, Mireille Ribière, Guillem Sala, Shigeko Suzuki, y en el asesoramiento informático Helena Estremera, Javier Gómez y Joan Torroella.

[5]​ La obra comienza con un prólogo referido al caos absoluto que se genera en Francia debido a la idea difundida por políticos y religiosos acerca del riesgo de morir de desnutrición.

[13]​ Al menos en la versión en castellano, todo el contenido que no está supeditado por la contrainte fonética (información editorial, nota de los traductores, prefacio, metagrafos e índice) está escrito en color rojo.

[14]​ Dada la restricción fonética impuesta en la obra, los nombres de los distintos personajes cambian en la traducción:[15]​ Tonio Vocel, tras padecer meses de insomnio,[16]​ enferma mortalmente y delira presintiendo una ausencia[17]​ que intenta describir en palabras.

[18]​ Rendido a la posibilidad de encontrar lo que busca, se pierde su rastro.

[22]​ Emery Consonte es contactado por Uriel Wilburg Severin, un amigo inglés de Vocel que también había recibido pistas suyas prediciendo su desaparición.

Ambos se reúnen con Odile en la gran casona que compartió brevemente con su difunto esposo, el cantante de música clásica Freddy Egg Butler, y que ahora comparte con su suegro, el teniente Dominicus C.

[23]​ Allí leen sus respectivas correspondencias con Vocel, en las que resalta la presencia del «negro»[24]​ («blanc», en francés).

[26]​ Este objeto, con forma de «A» («E», en francés)[27]​ modificó los rigurosos rituales que su jefe practicaba impulsado por su líder religioso, el charlatán Otton Leipzig.

Freddy Egg, pésimo estudiante, acabó desarrollando un gozo sin virtuosismo por el canto lírico.

Negrete quiso ir a conocerla, pero en el camino fue asesinado por Otton, quien intentó en vano robarles la herencia de Estelle.

[33]​ Tonio Vocel, durante su visita a Dominicus, logró descifrar los signos hallados en la casona, reconociendo en ellos una maldición.

Enviudó de su esposa que le dejó seis recién nacidos, los cuales distribuyó a distintos tutores: Freddy Egg a Dominicus, Tonio Vocel y Hussein Ben I. Bou a otras dos familias, y Odile fue sustituida por el hijo nacido muerto de Estelle; los dos restantes intentó quedárselos pero fueron asesinados, del mismo modo que los hijos de Emery.

[40]​ Uliseos Switeword le entrega un texto con la letra ausente a Ottevioni, quien al leerlo muere en el acto.

[22]​ También se alude en el texto a los matemáticos oulipianos Claude Berge, François Le Lionnais, Paul Fournel, Jacques Bens y Jean Lescure.