Fue escrito en 1612, aunque no vio la luz hasta 1627 en la edición de Sueños y discursos publicada en Barcelona.
Todo este conjunto guarda gran similitud con el poema Heráclito cristiano, escrito por Quevedo años después.
[4] La dinámica de todo el discurso plantea el conflicto, por momentos sin resolución, entre la ingenuidad y nobleza del joven que prefiere los placeres humanos frente al desengaño del viejo, que basa su experiencia en la vida y en la doctrina cristiana.
[6] El viejo critica muchos aspectos del comportamiento social de los personajes, discurso fuertemente enraizado con la tradición judeocristiana.
Quevedo satiriza especialmente las frustraciones sexuales y el machismo, asunto que ocupa casi la mitad de la obra.