The Book of the New Sun (1980–1983), traducido al español como El libro del sol nuevo es una novela de fantasía científica (o ciencia ficción fantástica) en cuatro volúmenes,[1] del escritor estadounidense Gene Wolfe.
[4] La tetralogía narra el viaje de Severian (o Severiano), un torturador oficial que cae en desgracia y se ve obligado a deambular.
Es una narración en primera persona, «supuestamente» traducida por Wolfe al inglés contemporáneo, ambientada en un futuro distante en el que el Sol se ha atenuado y la Tierra se ha enfríado (una historia del género de «Tierra moribunda»).
[5][a] Severian, un aprendiz del gremio de torturadores, apenas sobrevive tras nadar en el río Gyoll.
En su camino de vuelta a la Ciudadela (cuyas torres parecen ser cohetes en desuso), Severian y varios otros aprendices se cuelan en una Necrópolis en la que Severian se cruza por primera vez con Vodalus, un aristócrata que es el principal revolucionario de la Mancomunidad.
Poco después el ascenso de Severian a oficial, Thecla es torturada con una máquina que la vuelve incontrolablemente suicida, de forma que se mutile a sí misma hasta la muerte con sus propias manos.
Las Peregrinas acusan a Agia de robar una preciosa reliquia llamada la Garra del Conciliador.
Ahora, en el pueblo cercano de Saltus, Severian y Jonas retrasan la búsqueda del resto del grupo, debido a que Severian ha sido contratado para practicar su arte de ejecución en dos personas.
En respuesta a las preguntas de Severian sobre cómo podría saberlo todo, el hombre verde le dice a Severian que es del futuro (donde el sol es brillante y la gente tiene organismos fotosintéticos en la piel).
Severian escapa, solo para ser atacado por Agia y sus asesinos fuera de la cueva.
Severian se prepara para decapitar a Agia, pero aún incapaz de odiarla, la deja ir.
Severian se siente culpable y, habiendo llegado a sospechar que la Garra tiene poderes curativos, la usa para devolverle la vida al soldado.
Una vez que el andrógino abre y luego cierra un portal a algún lugar con un extraterrestre alado gigante, Severian le jura servicio.
Mientras se dirigen al norte, Jolenta es mordida por un «murciélago de sangre» y cae enferma.
Su amante Dorcas cae en una depresión, en parte debido a su posición como pareja de una figura vilipendiada y temida en una ciudad extraña.
Viaja solo hacia las montañas en busca de las Peregrinas para poder devolverles la Garra del Conciliador.
Toma bajo su cuidado a un niño también llamado Severian, cuya familia murió asesinada por el alzabo.
En su camino de regreso, un suicida Severian revive sin darse cuenta a un monarca del pasado, Tifón, que estaba en animación suspendida.
Pronto encuentra el nuevo campamento, donde la mayoría de aquellos a quienes conoció durante su estadía están muertos o agonizantes.
Es pinchado por una espina y se da cuenta de que es idéntica a la Garra, incluso en lo resplandeciente.
Viendo esto e innumerables garras idénticas en otros arbustos lo lleva a una experiencia religiosa.
Severian, el personaje principal y narrador de la serie, puede interpretarse como una figura crística.
Términus Est representa su crucifijo, y Severian describiendo su espada en Urth del nuevo sol como una «cruz oscura sobre mi hombro».
El propio Wolfe afirmó que en su adolescencia Crepúsculo tuvo un gran efecto en su manera de escribir, y este homenaje a esa historia no es solo una referencia de paso, sino una alusión a un predecesor literario.
[7] La tetralogía se publicó por primera vez en inglés en el Reino Unido por Sidgwick & Jackson entre 1980 y 1983, y la coda se publicó en 1987, con segundas reimpresiones de cada libro aproximadamente un año después de la primera impresión.
La tetralogía no fue considerada como un todo en ninguno de los premios literarios anuales compilados por Internet Speculative Fiction Database (ISFDB).
En el apéndice de La sombra del torturador explica su método ficticio:Al traducir este libro—compuesto originalmente en una lengua que aún no ha llegado a su existencia—al inglés, podría haberme ahorrado fácilmente una gran cantidad de trabajo recurriendo a términos inventados; en ningún caso he hecho tal cosa.
Así pues, en muchos casos, me he visto obligado a sustituir conceptos aún no descubiertos por sus equivalentes más cercanos del siglo XX.
Para comunicarse, los ascios deben memorizar muchas citas y aprender a interpretar el uso que otros les dan.
[23] No obstante, se ilustra en las novelas que la capacidad humana de adaptar el lenguaje a las propias necesidades inmediatas y desplegarlo en formas involuntarias o imprevistas permite a los ascios transmitir significados por fuera de, o incluso contradictorios con, los previstos por los creadores del «Pensamiento correcto».