El retratado está sentado frente al espectador y se apoya en un bloque de mármol.
La camisa blanca ilumina el rostro, mientras que los puños irradian las manos, procedimiento característico de Ticiano.
El pintor concentra su interés en los dos elementos que permiten apreciar la personalidad del modelo: la mirada y las manos.
La mirada del hombre se dirige hacia la derecha, misma dirección en la que señala el dedo de su mano desnuda.
Una mano está enguantada y sostiene el guante de la otra, que queda así desnuda.