El entierro prematuro

El miedo al enterramiento en vida era muy común en la época, y Poe obtuvo provecho literario de ello.

Los numerosos y espeluznantes hallazgos registrados al remover tumbas en cementerios, constituyen también buena prueba de ello.

La catalepsia, pues, hace al narrador muy proclive a caer en estados de inconsciencia, un problema que se le ha ido agravando con el tiempo.

Construye asimismo una complicada sepultura con un equipo instalado que le permita pedir ayuda, caso de "despertarse" en dicha tesitura.

Esposo: El abogado respetable recibe los huesos de su mujer al abrir la tumba familiar.

Los médicos: quienes deseosos de investigar y revisar más a fondo el cuerpo humano deciden robarse un cadáver del cementerio, la persona desenterrada estaba viva.

[1]​ Tan grande era la preocupación, que en la Inglaterra victoriana se fundó una Society for the Prevention of People Being Buried Alive,[3]​ es decir, "Sociedad para la prevención del enterramiento prematuro".

La catalepsia, unida a sus fantasías, visiones y obsesiones con la muerte no le dejan vivir.

Pintura de Antoine Wiertz de un hombre al que han enterrado vivo.