Panorámix pierde la memoria como consecuencia de un menhirazo de Obélix, por lo que no puede preparar la pócima que proporciona la misteriosa fuerza sobrehumana a los galos.
Astérix se dedica entonces a entrenar a su jefe Abraracúrcix para que tenga mayor oportunidad en la pelea, ya que, de ser derrotado, los irreductibles galos estarán sometidos a las órdenes de Prorrománix y, por tanto, de Roma.
Tras una serie de confusiones y más golpes de menhir, Panorámix recobra la memoria, aunque por una poción que prepara él mismo y no gracias a Obélix, aunque éste crea que sí.
Astérix corre a avisar al jefe de que la poción mágica estará lista en cualquier momento, lo que da nuevas energías a Abraracúrcix, que ha resistido los embates de su adversario al correr por todo el cuadrilátero y, sin siquiera probar la poción, golpea y deja sin sentido a Prorrománix, que ya estaba exhausto.
Abraracúrcix perdona a la tribu vencida con la condición de que no sean fieles servidores del poderío romano y nunca olviden su origen Galo.