Bufón con libros

[3]​ Tras pasar al Palacio Real, antes de 1772, se inventarió con el n.º 932 que aún lleva en rojo en el ángulo inferior izquierdo, descrito allí en 1814 como «retrato de un filósofo con un libro en la mano».

[9]​ Las radiografías muestran ligeros reajustes y, según López-Rey, arrepentimientos, el más significativo de los cuales sería el del gran sombrero ladeado, que estaría ausente en su primer estado, lo que es descartado por Carmen Garrido quien apunta a su realización de una sola vez al tiempo que los restantes cuadros destinados a la Torre de la Parada.

[10]​ La gama sobria de negros, blancos y grises plateados envuelve al personaje en una atmósfera fría, faltando por completo los pigmentos azules de azurita o lapislázuli, pese a abrirse a un paisaje de apariencia inacabada sobre el que el pintor ha limpiado reiteradamente sus pinceles.

El contraste entre la silueta de la pequeña figura, severamente enlutada, y el blanco del papel del grueso infolio, iluminado quizá con estampas, cuyas pesadas hojas apenas pueden manejar las gordezuelas y pequeñas manos, acentúa ese aire un poco triste que parece envolver al genio, con la pesada carga del saber.

[11]​ Acerca del apodo el Primo se ha pensado que pudiera serlo del propio Velázquez, por suponerle hermano de cierta Lorenza Acedo y Velázquez, supuesta prima del pintor, o del aposentador Nieto Velázquez, de donde insinúa Julián Gállego que el sobrenombre pudiera tener intenciones satíricas, dirigidas contra el propio Velázquez, por sus manías de nobleza,[11]​ en tanto Javier Portús cree que podría referirse al modo como el rey se dirigía a los grandes, satirizando así al enano que aparecía en el retrato con la cabeza cubierta, privilegio de la nobleza.