Pronto descubriría, sin embargo, que su vocación era el estudio del arte en todas sus facetas y viajó a París, donde se doctoró en Historia del Arte en la Universidad de la Sorbona.
Ese mismo año escribió uno de sus primeros artículos periodísticos, para la revista Goya.
Conoció en París a Pablo Picasso, de quien años más tarde escribiría varios textos analizando la producción artística del malagueño.
[1] Además de historiador del arte, tuvo una faceta como escritor.
Años más tarde, en 1965, le fue concedido el Premio Leopoldo Alas por Apócrifos españoles.