El Anacronópete

Gaspar y Rimbau escribió El Anacronópete cuando ejercía como cónsul español en Macao en 1881.

Enrique Gaspar se habría inspirado en el relato Lumen de Camille Flammarion.

[1]​ La obra fue compuesta originalmente para ser una zarzuela dividida en tres actos, siendo Gaspar y Rimbau un autor de teatro.

La máquina también incluye toda clase de comodidades en su interior y, entre otras maravillas, escobas que barren solas.

Clara no corresponde este amor, y desea estar con su primo don Luis, el capitán de húsares.

Benjamín lleva además una colección de antigüedades y a la momia consigo, para confirmar su valor en la expedición.

Don Luis y sus soldados, al no estar aislados por el fluido especial, rejuvenecen hasta desaparecer, para deleite de Sindulfo.

Sin poder impresionarlo con los avances del siglo XIX, Benjamín y Sindulfo aceptan entregar en matrimonio a Clara a cambio del secreto, teniendo Sindulfo la intención de escapar al regresar al Anacronópete.

En ese momento, de la caja donde estaba la momia que había llevado Benjamín en el Anacronópete surge la emperatriz viva, quien había retrogradado a su estado anterior al no estar aislada con el fluido de Sindulfo.

El inventor, en su locura celosa, engaña a los soldados para terminar eyectándolos por una de las escotillas del Anacronópete en pleno vuelo.

Aislado por su fluido especial, resistió el calor y los golpes del Vesubio y, en el momento en que este hizo erupción, salió disparado entrando por uno de los tubos de desalojamiento atmosférico del Anacronópete.

En ese momento empieza a caer por la claraboya del techo una sustancia alimenticia y una bandada de aves.

Los viajeros se aprovisionan y Sindulfo, dándose por vencido esta vez, pone el aparato de nuevo en marcha.

Un año después el guion en forma de libro fue publicado por la Editorial Gaspar & Rimbau.

Ilustración del Anacronópete realizada por Francisco Gómez Soler.
El Anacronópete durante el Diluvio.