La vida de Lazarillo de Tormes

La obra no volvió a ser publicada íntegramente hasta el siglo XIX.Históricamente se han postulado varios autores para el Lazarillo de Tormes.[6]​ Otros autores del siglo XVII, así como el Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española (1726-1739), mencionan esta atribución, que alcanzó cierta fortuna, sobre todo en el XIX.[7]​ A finales del XIX un artículo del hispanista Alfred Morel-Fatio,[8]​ cuya propuesta fue desarrollada después por Manuel J. Asensio,[9]​ relaciona al autor de Lazarillo con el círculo erasmista de los hermanos Valdés.[12]​ Esta hipótesis ha sido defendida también por José María Martínez en un artículo que apoya esa propuesta en argumentos lingüísticos, ideológicos y propiamente literarios[13]​ y en otro que explica esa autoría y también el título del libro a partir de las lecturas que Juan de Valdés comenta en su obra Diálogo de la lengua.[24]​ Otras atribuciones han recaído en Alejo Venegas,[15]​ Bartolomé Torres Naharro (postulado por Alberto M. Forcadas), Gonzalo Pérez, secretario real de Carlos I (por Dalai Brenes Carrillo), Francisco de Enzinas (según Alfredo Rodríguez López-Vázquez y Roland Labarre),[25]​ Fernando de Rojas, el autor de La Celestina, cuya autoría fue defendida por Howard Mancing,[26]​ o el célebre humanista español Juan Luis Vives, propuesta hecha pública por Francisco Calero en 2006.Es epistolar en tanto se trata de una carta destinada a «vuestra merced», tratamiento que implica alguien con superior condición social, y está motivada por «el caso», hecho del cual este ha oído hablar, y cuya versión personal pide a Lázaro, parte implicada en él, le explique («escribe se le escriba y relate el caso muy por extenso»).La dignidad humana sale muy malparada de la sombría visión que ofrece el autor, nihilista y anticlerical.La vida es dura y, tal como aconseja el ciego a Lázaro en la obra, «más da el duro que el desnudo»; cada cual busca su aprovechamiento sin pensar en los otros, por lo que, como se dice al principio de la obra, arrimándose a los buenos «se será uno de ellos»: esto es, para ser virtuoso hay que fingir ser virtuoso, no serlo.La infidelidad de su mujer, por tanto, no es nada comparado con las vejaciones que ya ha sufrido.Entre "fortunas y adversidades", Lázaro evoluciona desde su ingenuidad inicial hasta desarrollar un instinto de supervivencia.Más adelante sirve Lázaro a un sospechoso fraile mercedario, tan amante del mundo que apenas para en su convento y le hace reventar los zapatos.Según Aldo Ruffinatto, habría una alusión a las reformas monásticas por entonces de moda, en el sentido de "descalzar" o hacer más rigurosos los estatutos del clero regular, o quizás alusión a actividades sexuales hetero u homoeróticas.[31]​ Sin embargo, Francisco Rico asegura que «no hay el menor indicio para suponer tal escabrosidad», pues el sentido del texto es una simple abbreviatio o reticencia, procedimiento abundantemente usado antes, como cuando relatando sus aventuras con el ciego, Lázaro dice «por no ser prolijo, dejo de contar muchas cosas [...]», en elipsis que era común para terminar las cartas, teniendo en cuenta que todo el Lazarillo es una larga epístola.Sin embargo, tras la boda los rumores no desaparecen y Lázaro comienza a ser objeto de burla por parte del pueblo.El autor justifica su obra en la escasa calidad de la primera continuación, lo que le impulsó como toledano y conocedor del ambiente de la obra a elaborar otra más digna y realista: La obra conoció un gran éxito en su época: cuatro ediciones en castellano y siete traducciones francesas, todo ello antes de acabar el siglo XVII.Pero en España no se publicó hasta 1835, significativamente al año siguiente de ser abolida para siempre la Inquisición.El autor demuestra conocer la obra de Cervantes, Mateo Alemán, Quevedo y Vicente Espinel, y parodia la disparatada segunda parte del Lazarillo (Amberes, 1555) en buena parte de su obra.Retoma el anticlericalismo y la misoginia del Lazarillo original convirtiendo a su protagonista en marido «cartujo».Embarca después en la armada contra el moro y naufraga, salvándose solamente los capitanes, gente de consideración y "dos clérigos que había" en el esquife y que ni siquiera se ocuparon en confesar a los futuros ahogados porque sólo pensaban en salvarse como fuera; como él estaba completamente lleno de vino, borracho perdido, el agua no puede entrar en él y sobrevive salvado por dos pescadores que deciden exhibirlo como una especie de monstruo marino o pece Nicolao dentro de una cuba de agua; escapa vertiendo el agua de la cuba, que se filtra al piso inferior y moja a una dama en su cama que "movida de caridad, había acogido en ella a un clérigo que por su contemplación había venido a aposentarse allí aquella noche", de forma que aparecen desnudos él y ella "como Cupido con la flecha y Venus con la aljaba".Entre los gitanos figuran el clérigo y la chica que fueron mojados cuando se escapó del tonel.Un viejo gitano afirma que en España Durante su estancia en Valladolid sirve simultáneamente a siete mujeres, una de ellas beata hipócrita y aficionada al trato erótico con frailes.
Miniatura del siglo XIV que muestra cómo un mozo de ciego le hurta a este el vino de un jarrillo mediante una larga paja. En este chascarrillo folclórico podría haberse inspirado un pasaje del Lazarillo :
Usaba poner cabe sí un jarrillo de vino, cuando comíamos, y yo muy de presto le asía y daba un par de besos callados y tornábale a su lugar. Mas turóme poco, que en los tragos conocía la falta y, por reservar su vino a salvo, nunca después desamparaba el jarro, antes lo tenía por el asa asido. Mas no había piedra imán que así trajese a sí como yo con una paja larga de centeno que para aquel menester tenía hecha, la cual, metiéndola en la boca del jarro, chupando el vino lo dejaba a buenas noches.
Lazarillo... , ed. cit. de F. Rico (1998 13 ), págs. 30-31.
Escena del jarro de vino por Medina Vera .