El azar y la necesidad

El título está inspirado en una cita atribuida a Demócrito, según la cual «todo cuanto existe es fruto del azar y la necesidad».

Se conoce una traducción al español, realizada por Francisco Ferrer Lerín y publicada por Barral Editores en 1971.

Monod comienza el prefacio del libro diciendo que la biología es a la vez marginal y central.

Hacia el final del prefacio, Monod ofrece disculpas por cualquier sección demasiado tediosa o técnica.

Más tarde, Monod describe la morfogénesis autónoma (estructuración espontánea) como una propiedad de los seres vivos y, en cambio, dice que debe considerarse como un "mecanismo" que deja dos propiedades esenciales de los seres vivos: la invariancia reproductiva y la teleonomía estructural.

Ofrece la teoría selectiva como consistente con el postulado de objetividad y permitiendo la coherencia epistemológica.

El autor dice que esta creencia animista se debe a una proyección de la conciencia del hombre sobre su propio funcionamiento teleonómico y sobre la naturaleza inanimada.

La naturaleza se explica de la misma manera consciente y deliberada que la actividad humana.

Comienza diciendo que las proteínas son los agentes moleculares del rendimiento teleonómico en los seres vivos.

Monod continúa escribiendo que los seres vivos son máquinas químicas, cada organismo constituye una unidad coherente y funcional, y que el organismo es una máquina autoconstructiva cuya estructura macroscópica no está determinada por fuerzas externas sino por interacciones internas autónomas.

El autor pasa gran parte del capítulo revisando los hechos generales de la bioquímica.

En este complejo, la molécula del sustrato está estrictamente posicionada por las múltiples interacciones no covalentes con la enzima.

Monod nos recuerda que esta reacción se produce a expensas de la energía potencial química.

En la última parte del capítulo, Monod critica a los "holistas" que desafían el valor de los sistemas analíticamente complejos, como los organismos vivos, y que los sistemas complejos no pueden reducirse a la suma de sus partes.

Monod menciona nuevamente proteínas globulares oligoméricas y cómo aparecen en agregados que contienen subunidades protómeras geométricamente equivalentes asociadas a un complejo estérico no covalente.

Monod señala que el esquema general / plan arquitectónico del complejo multimolecular está contenido en la estructura de sus partes constituyentes y, por lo tanto, puede autoensamblarse espontáneamente.

Luego, el autor escribe que existe una estructura primaria en un único (o en un pequeño número de estados relacionados, como es el caso de las proteínas alostéricas) estado nativo conformacional definido con precisión en condiciones fisiológicas normales.

Se establece la similitud en todos los organismos de la maquinaria química tanto en la estructura como en la función.

Funciones similares se llevan a cabo por la misma secuencia de reacciones que aparecen en todos los organismos para operaciones químicas esenciales (existen algunas variaciones que consisten en nuevas utilizaciones de secuencias metabólicas universales).

"Uno debe considerar el organismo total como la última expresión epigenética del mensaje genético en sí mismo "(Monod, 109).

Monod afirma que el factor decisivo en la selección natural no es la "lucha por la vida", sino la tasa de reproducción diferencial y las únicas mutaciones "aceptables" para un organismo son aquellas que "no disminuyen la coherencia del aparato teleonómico, sino más bien, lo fortalecen aún más en su orientación ya asumida "(Monod, 119).

Monod explica que el rendimiento teleonómico se juzga a través de la selección natural y este sistema conserva solo una fracción muy pequeña de mutaciones que perfeccionarán y enriquecerán el aparato teleonómico.

Monod señala que la selección de una mutación se debe al entorno ambiental del organismo y a las actuaciones teleonómicas.

Luego da algunos ejemplos para mostrar la interconexión de actuaciones / comportamientos específicos y adaptaciones anatómicas.

Monod señala que el comportamiento no puede separarse estrictamente como aprendido o innato ya que los elementos se adquieren a través de la experiencia según un programa innato y "la estructura del programa inicia y guía el aprendizaje temprano, que seguirá un determinado patrón preestablecido definido por el patrimonio genético de la especie" (Monod, 153).

Termina el capítulo diciendo: "Renunciar a la ilusión que ve en ella una sustancia inmaterial no es negar la existencia del alma, sino, por el contrario, comenzar a reconocer la complejidad, la riqueza, la insondable profundidad de la genética.

El autor dice que debido al ritmo acelerado de la evolución cultural, esta ya no afecta al genoma y que la selección no favorece la supervivencia genética del más apto a través de una progenie más numerosa.

Habla brevemente sobre cómo se seleccionan las ideas en función del valor del rendimiento y el poder de difusión (afirma que las ideas que explican al hombre asignándole un destino se propagan más).

Dice "Se escribió el final del antiguo pacto animista entre el hombre y la naturaleza, sin dejar nada en lugar de ese vínculo precioso, sino una búsqueda ansiosa en un universo helado de soledad" (Monod, 170).

Esta revelación discordante y aislante coloca los juicios de valor en las manos del hombre mismo.

Jacques Monod
Demócrito
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