Empleó al Ejército Federal para sofocar las rebeliones contra su gobierno de Pascual Orozco y Emiliano Zapata.
Le tomó "casi quince años para lograr el completo control militar".
En 1847, los cadetes del Colegio Militar resistieron a las tropas estadounidenses y recibieron el título póstumo de Niños Héroes, pero el colegio se había mudado y perdió su prestigio.
Díaz lo revivió, con cadetes que serían hijos de "buenas familias" (terratenientes y empresarios afines al régimen).
Muchos de los reclutas no existían, pero figuraban en el escalafón porque los oficiales recibían un estipendio para alimentar a sus hombres.
Pero una rebelión más organizada en Chihuahua, dirigida por Pascual Orozco y Pancho Villa, demostró la debilidad de las tropas federales.
[8] "Considerando el pequeño número de batallas que ocurrieron, el triunfo [rebelde] fue atribuido más directamente a la debilidad de los Federales antes que al número del Ejército Libertador".
En febrero de 1912, el Ejército Federal consistía en 32.594 soldados regulares y 15.550 irregulares.
Huerta trató de incrementar el tamaño del ejército y ordenó una leva masiva en las calles.
Los generales del Ejército Federal frecuentemente eran corruptos y culpables de subminar la moral con un pobre liderazgo.
Algunos eran tan corruptos, que llegaban a vender municiones, alimentos y uniformes al enemigo.
Para aumentar el ánimo de la población, él militarizó la sociedad al estilo prusiano, incluyendo uniformes de corte militar para todos los empleados estatales y los escolares, así como prácticas militares los domingos.
Orozco le ofreció a Huerta los servicios de sus 3.000-4.000 hombres, quienes demostraron ser esenciales en la lucha contra las tropas constitucionalistas.
"Totalmente desacreditado, el viejo Ejército Federal llegó al final de su carrera.