La imitación se observa a menudo en situaciones sociales, especialmente en compañía de amigos cercanos o familiares.
La imitación se distingue de la mímesis consciente en que, mientras esta última es un esfuerzo consciente y normalmente manifiesto por copiar a otra persona, el reflejo se realiza inconscientemente durante el acto y a menudo pasa desapercibido.
El bebé sigue estableciendo conexiones con las emociones de otros individuos y, posteriormente, refleja sus movimientos.
La imitación suele producirse de forma inconsciente, ya que los individuos reaccionan ante la situación.
[6] En un estudio realizado por Word, Zanna y Cooper, se indicó a los entrevistadores que siguieran determinados tipos de lenguaje corporal en diferentes condiciones experimentales.
[7] Este factor puede causar dificultades adicionales para los individuos, ya que sin reflejarse, establecer conexiones con otras personas puede ser más difícil.
Es posible que los autistas aprendan deliberadamente y tomen conciencia de estas señales.
Se ha demostrado que los niños autistas carecen de esta reacción motora en cadena y se cree que utilizan otros sentidos, como el visual o el somatosensorial, para realizar tareas similares.
[14] Cuando los padres reflejan a sus hijos, esta acción puede ayudar al niño a desarrollar un mayor sentido de autoconciencia y autocontrol, ya que puede ver sus emociones en la cara de sus padres.
La incapacidad de reflejar adecuadamente a otras personas puede dificultar las relaciones sociales del niño más adelante en su vida,[15] ya sea porque los demás se sientan más distantes del niño por falta de compenetración o porque al niño le resulte difícil sentir empatía por los demás sin reflejarse en ellos.
El reflejo también permite a los individuos sentir subjetivamente el dolor de los demás al ver las lesiones.