En su forma más específica, el efecto ELIZA se refiere sólo a "la susceptibilidad de las personas a buscar una mayor comprensión en cadenas de símbolos —en especial las palabras— insertados por computadoras".
[1] Un ejemplo trivial de esta forma del efecto Eliza, dada por Douglas Hofstadter, implica un cajero automático que muestra la palabra «GRACIAS» al final de una transacción.
[1] Más general, el efecto ELIZA describe cualquier situación[2][3] donde, basándose únicamente en la salida del sistema, los usuarios perciben los sistemas informáticos como si tuvieran "cualidades y habilidades intrínsecas controladas por el software que posiblemente no podrían lograr"[4] o "asumen que las salidas reflejan una mayor causalidad de lo que realmente significan".
[5] Tanto en su forma específica como en la general, el efecto ELIZA es notable ya que ocurre incluso cuando los usuarios del sistema son conscientes de la naturaleza determinada de la salida producida por el sistema.
[10] Como Weizenbaum más tarde escribió: "No me había dado cuenta... de que exposiciones extremadamente cortas a un programa de ordenador relativamente simple podrían inducir un poderoso pensamiento delirante en personas bastante normales".