Eduardo Tamariz Almendaro

Al regresar de Europa, fijó su residencia en Puebla.

Desde 1867 tomó a su cargo la conclusión de las obras de la Penitenciaría, edificio que se encontraba en ruinas desde 1863, siguiendo el plano trazado por el destacado arquitecto poblano José Manzo pero a su vez incluyendo diseños propios.

Tiene el mérito de haber sido el introductor del hierro como elemento de construcción en Puebla, y así mismo con su estilo particular influir notablemente en las construcciones posteriores a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

Su lápida sepulcral existe en el piso frente a las gradas del presbiterio.

Las Calles de Puebla, Estudio Histórico (5 edición).