En 1828 fue secretario de la Cámara de Representantes provincial, por el partido federal dirigido por el gobernador Manuel Dorrego, y poco después fue diputado provincial.
Representó a Rosas en 1840, durante las negociaciones con Francia para levantar el bloqueo del Río de la Plata.
Fue nombrado embajador en Bolivia, pero nunca llegó a ese destino: en el camino hacia el norte, negoció tratados con los gobiernos de distintas provincias argentinas; entre 1844 y 1847 residió en Córdoba, desde donde mantuvo contacto con todos los gobernadores del interior, informando minuciosamente a Rosas de las negociaciones que tenía con ellos.
La oposición que manifestó a los gobiernos surgidos de esta revolución lo alejó definitivamente de todo cargo público; ni siquiera se le abonaron los sueldos adeudados.
Durante las dos últimas decenas de su vida ejerció como abogado particular, con una clientela compuesta especialmente por grandes estancieros y por federales perseguidos por el gobierno.