[1] Empezó estudiando arquitectura siguiendo los pasos paternos, teniendo que residir desde muy joven en la ciudad Hispalense, al ser nombrado su padre arquitecto mayor de la ciudad.Es factible afirmar que el enorme ascendente conseguido lo debía, no tanto al número de obras que conforman su catálogo –algo menos de ciento cincuenta títulos–, o a la calidad de las mismas, sino al constante trabajo y disponibilidad que prestó como asesor, pintor y profesor, a veces de forma desinteresada y durante muchos años.Eso es, desde luego, lo que creían críticos como Cascales, uno de sus primeros biógrafos, que lo llamó "Genio hacedor de genios" al actuar como "revitalizador" de dicha escuela, no tanto, como decía antes, por su propia pintura, sino por ser maestro del grupo de pintores que dominará el panorama artístico sevillano durante todo el primer tercio del siglo XX.Incluso fue el representante de los pintores sevillanos ante las más altas instancias, como cuando Isabel II visitó el Museo en 1862 o cuando hizo lo mismo Alfonso XII en 1877.Para sus contemporáneos, no parecía haber existido una personalidad tan fuerte y poderosa desde Murillo en la escuela de pintura hispalense, ya que Cano había supuesto una frontera entre un periodo a olvidar y otro a recordar con ahínco.
Cervantes y don Juan de Austria
(1860), Museo del Prado.