Por entonces, Julio Korn ganaba 10 pesos por mes trabajando como aprendiz en una imprenta, lo que era suficiente para su sustento y el de su hermano menor, Ricardo.
Por la misma época ya conocía la atracción del tango y poco después decidió comenzar su propia editora de partituras; viajó a Montevideo negociar al respecto con el compositor Edgardo Donato y consiguió que el empleado de una casa importadora, casi un desconocido para él, le diera la garantía que le permitió comprar, en 700 pesos, su primera máquina impresora.
Imprimía los pentagramas musicales y, más adelante, incluyó la letra para que quien ejecutara un instrumento también pudiera cantar.
Korn, pretendía que sus publicaciones entretuvieran e interesaran en términos masivos, por lo que la revista hacía un seguimiento de los avatares sentimentales de las estrellas argentinas del mundo del espectáculo (cine, radio y, posteriormente, televisión).
En 1937 adquirió a Jaime Yankelevich el título Antena y pudo así manejar la única competencia que tenía Radiolandia.