Fernando I de Nápoles concedió Galatina como ducado a Juan Castriota Scanderberg, hijo del militar albanés Jorge Castriota, llamado Skanderberg.
Su nieta Irene Castriota Scanderberg, princesa de Bisiñano, fue la iii duquesa y transmitió los derechos del título a la familia Sanseverino.
No obstante, en 1621 el rey Felipe IV volvió a conceder el título al nuevo poseedor de Galatina, y el ducado se transmitió de manera regular en su familia.
En el siglo XIX, sus descendientes dejaron de pagar los impuestos de sucesión en España y el título quedó vacante, pero les siguió siendo reconocido en Italia.