Por su pasión por la vida y su entusiasmo por los estudios mesoamericanos, la doctora Doris Heyden ha sido una inspiradora para varias generaciones de alumnos y colegas de México, Estados Unidos y Europa, Si se ve en retrospectiva su larga historia, impresiona su fructífera vida o más bien sus múltiples vidas: fotógrafa, periodista, historiadora del arte, antropóloga, curadora de la Sala Teotihuacán (cuando recién se inauguró el Museo Nacional de Antropología), esposa y madre, en fin, una destacada intelectual que vivió intensamente el siglo XX, además de ser tolerante y amiga de todo el mundo.
Como buena amante de la naturaleza, le tomó el gusto a ésta durante su infancia, en el huerto de la casa donde creció, en su nativa Nueva Jersey, en el que además de jitomates, lechugas, uvas y manzanas, su papá (aficionado a la jardinería) sembraba flores que fueron galardonadas, como crisantemos y dalias.
Con el paso del tiempo supo que esta última, tan familiar para ella, es la flor nacional de México.
Después de la Segunda Guerra Mundial vino a México, donde conoció a Manuel Álvarez Bravo, que fue su esposo y con quien viajó por muchas partes del país.
[2] Heyden formó parte de un grupo de artistas, escritores, folcloristas, académicos y activistas políticos, entre los que figuraron Frida Kahlo, Diego Rivera, José Clemente Orozco y Remedios Varo, Leonora Carrington, quienes en conjunto formaron el llamado «Renacimiento mexicano».