Su figura protohistórica aparece en la saga Ynglinga, Ynglingatal[4] e Historia Norwegiæ.
[5][6] Según la saga Ynglinga, la suerte del rey es la suerte de la tierra y el reinado de Domalde estuvo protagonizado por malas cosechas y terribles hambrunas.
El primer otoño, los suecos sacrificaron bueyes en el Templo de Upsala, pero la siguiente siembra no obtuvo mejores resultados.
Al tercer año muchos suecos se dirigieron a Gamla Uppsala para participar en el thing de todos los suecos y los caudillos presentes decidieron sacrificar al rey y rociaron las estatuas de los dioses con su sangre (véase Blót) y entonces regresaron las buenas cosechas.
[7] Le sucedió su hijo Domar, cuyo reino fue muy próspero.