[5] En 1977, el empresario vasco-alemán Federico Lipperheide decide comprar junto a su esposa, Dolores Aguirre Ybarra, una ganadería de toros bravos que, desde sus comienzos, pasará a gestionar ella misma, anunciándose con su nombre.
Para ello, la familia adquiere para sí la antigua ganadería que estaba en propiedad de doña María Teresa Osborne y Marenco, condesa viuda de Donadío y madre del cantante español Bertín Osborne.
[11] Será esta familia quien mantenga el hierro y la ganadería hasta 1945 momento en el cual el propietario, Eustaquio Parrilla, traspase sus toros a José Duque Castillo.
En manos de este ganadero los toros subsistirán unidos hasta el año 1954, momento en el que sus herederos dividirán la ganadería en dos partes.
Asimismo, pasó a anunciarse como "Campocerrado", nombre de la mítica finca salmantina en el que pastaron los "atanasios".
[14] La personalidad de la ganadería quedó marca sobre la base filosófica que la propia Dolores Aguirre imprimió al hierro, aseverando la importancia de la integridad para la salvaguarda del espectáculo: "Yo no puedo garantizar su juego, pero sí su presencia e integridad y su fuerza, porque cuando los toros se caen, también la fiesta se cae y se convierte en un simulacro".
Como accidentales más frecuentes presentan listón, bragado, meano, gargantillo, salpicado, jirón, burraco, chorreado y ojo de perdiz.
La estadística de estos toros en el encierro han dejado hasta catorce heridos por asta y han proporcionado el triunfo a los toreros en distintas ocasiones, llegando a cortarse hasta dieciséis orejas en total.
[20] La ganadería de Dolores Aguirre ha sido reconocida numerosas veces a lo largo de su carrera, debido al juego que han ofrecido sus toros durante la lidia, especialmente por su bravura en el caballo como por el poder que han mostrado en el último tercio.