Durante el periodo de la Gran Moravia se construyó un pequeño fuerte.
La primera mención a este sitio en un documento escrito data de 1312.
Desde el siglo XIX se tenía noticias de que en esta área había restos arqueológicos.
Recién en 1924, el arqueólogo checo Karel Absolon inició una exploración sistemática en los alrededores de Dolní Věstonice.
Desde el descubrimiento formal, la aldea se convirtió en blanco de turistas, interesados en la arqueología, la arquitectura, las ropas tradicionales y el vino.