Una doctrina era una parroquia rural de aldeas o pueblos de indios que se establecía en las Indias, cuando se procedía a asentar las poblaciones en los nuevos territorios, como medio de la llamada conquista espiritual mediante la evangelización católica, no solo en América,[1] sino también en las Indias Orientales Españolas.
Se trataba de asentar en pequeñas aldeas a la población local que iba aceptando la fe cristiana en torno a una capilla o iglesia y unas viviendas.
El encomendero estaba obligado a contratar un doctrinero y asegurar su sustento mediante los tributos recaudados.
El cura doctrinero, o simplemente, doctrinero, si pertenecía a una de las órdenes religiosas, lo más frecuente al principio, dependía del provincial de su orden.
Así, antes de ser mandados a una doctrina, debían escogerse cuidadosamente, se proponía que pasasen un tiempo en las iglesias catedrales bajo la supervisión del obispo, observando que no denotaran un deseo exclusivo de enriquecimiento.