En la antigüedad, varias diosas celestiales en el antiguo Egipto, Mesopotamia y el Cercano Oriente eran llamadas Reina del Cielo.
Los neopaganos suelen aplicar el título impunemente a diosas celestiales de otras regiones que nunca fueron asociadas con el término históricamente.
Los dioses uranios, son los creadores cosmogónicos por excelencia, omniscientes, se manifiestan a través de las hierofanías del rayo, trueno, viento, etc.
Generalmente se retiran a lo más profundo del firmamento celeste una vez concluida su obra, perdiendo interés en los asuntos humanos y dejando en su lugar a su hijo o demiurgo la tarea de completar la creación o intervenir en los asuntos de la humanidad.
Estos dioses han perdido comunicación con la humanidad convirtiéndose en dioses ociosos (dei otiosi) y solo se les dirigen plegarias como último recurso ante alguna catástrofe natural o enfermedad.