En esta dieta no se tiene en cuenta tanto el contenido energético (calorías), sino el aporte de alimentos en función del tipo de glúcidos que contienen.
Se ha observado que los niveles plasmáticos de insulina varían en la fase posprandial según el índice glucémico asociado a los alimentos consumidos.
El principal objetivo de esta dieta es evitar las elevaciones bruscas del nivel de insulina en la sangre y procurar mantenerlo lo más estable posible.
Se han publicado tablas con los valores del índice glucémico para diversos alimentos,[1] las cuales pueden servir de referencia para elaborar dietas basadas en alimentos de bajo índice glucémico.
Por otra parte, como se ha indicado antes, diseñar dietas según el IG de los alimentos no siempre es la intervención terapéutica más efectiva en determinadas situaciones patológicas (especialmente en la diabetes).