Fue un diario pionero que utilizaba métodos innovadores e iba destinado, en su totalidad, a la mujer.
[4] El diario era muy crítico con los temas que habitualmente se publicaban en los medios pensados para mujeres.
En la redacción estaban María Eugenia Ibáñez,[5] Lídia Falcón, Marina Bru, Carmen Alcalde, Eliseo Bayo, Miguel Ángel Bastenier, Teresa Rubio, Josep Moya-Angeler y Santiago Vilanova, entre otros.
[1] Algo poco habitual en la época teniendo en cuenta que en aquel momento las mujeres solo representaban el 12% del sector.
Jaume Arias fue el primer director después de haber trabajado en importantes publicaciones como la Agencia Mencheta, El Noticiero Universal, ABC, Paramount Films, Hola, Gaceta Ilustrada o La Vanguardia.
Por todo este bagaje Victor Sagi vio en Arias la persona adecuada para dirigir Diario Femenino.
La encargada de la delegación en Madrid, situada en la calle Bermúdez 66, fue Isabel Cajide quién había dirigido la revista Artes.
Arias fue quien se encargó de llevar a las páginas literarias y de opinión una importante representación del feminismo español con nombres como Ana Maria Matute, Maria Aurèlia Capmany o Carmen Alcalde.
Durante esta época tendrá a favor su buena relación con el delegado del Ministerio de Información y Turismo en Barcelona.
Manteniendo a Ramón Solanes en la dirección, DF se convirtió en un diario de información general y se empezó a tramitar el expediente para cambiar el nombre de la cabecera.
Durante los años sesenta poner en entredicho una institución sagrada como el matrimonio era considerado un delito.
Los resultados favorables a una nueva ley propiciaron un artículo de Carmen Alcalde, reconocida feminista.
La cabecera de Víctor Sagi buscaba el equilibrio entre lo feminista y lo femenino pensando en un público amplio.
Víctor Sagi, como experimentado publicista que fue, siempre había buscado productos destinados en la mujer.
Veía a la mujer como alguien capaz de decantar la balanza para comprar un producto o no.
Diario Femenino fue la culminación de un proyecto donde apostó por aquellas periodistas y plumas más influyentes del mundo femenino que formaron la llamada sección «Nuestro canal» donde cada día se publicaban algunos de los artículos más atrevidos del diario.
El grupo Sagi estaba consolidado en 1971 con una economía fuerte, pero la sangría de Diario Femenino no se podía mantener por mucho más tiempo, por eso, se decidió poner la cabecera en venta.
Víctor Sagi buscó comprador y lo encontró en la figura de Sebastián Auger.
Con el cambio de propietario el 1972 se optó por dar el paso a la tipografía, debido al coste del grabado al vacío y las pocas posibilidades para incluir informaciones de última hora, esto si, se mantenían todavía algunas páginas al vacío.