Durante la Cumbre del Grupo de los 77 celebrada en La Habana en 2000, los países en desarrollo abogaron por el reconocimiento de la deuda climática contraída por el Norte Global como base para dar soluciones a los problemas climáticos.
[11] Los desastres provocados por el cambio climático afectan de modo desproporcionado a las regiones tropicales en desarrollo, causándoles desastres y pérdidas económicas calculadas en billones de dólares desde principios del siglo XXI, aproximadamente.
[13][14]Como señala la Convención Marco, esto se puede lograr proporcionando asistencia financiera y disponiendo recursos para ayudar a enfrentar mejor los desastres naturales.
Los analistas independientes tienen opiniones diversas sobre el asunto, tanto en apoyo como en contraposición a la idea.
[13] El apoyo a la implementación de un marco de acción para la deuda climática está encabezado por los países en desarrollo que han sufrido y seguirán sufriendo los impactos negativos más graves del cambio climático.
[8] [10] Otros partidarios importantes incluyen a varias ONG ambientalistas y movimientos de justicia climática en países desarrollados.
[20] Tanto los países desarrollados, así como algunos analistas políticos independientes han criticado la idea de la deuda climática.
[13] Los países desarrollados generalmente tienen una predisposición negativa al concepto de deuda climática, dado que esta supone que los Estados deben reducir rápidamente sus emisiones y brindar un cuantioso apoyo financiero a los países en desarrollo.
[13] Varios críticos afirman que, si bien el concepto de deuda climática puede ser éticamente correcto, en la práctica podría socavar las discusiones políticas sobre el cambio climático debido a su posicionamiento "antagónico", por lo cual se requeriría un marco diferente para negociar.