Detector de mentiras

Generalmente registra las variaciones de la presión arterial, el ritmo cardíaco, la frecuencia respiratoria, estímulos nerviosos y la respuesta galvánica o conductancia de la piel, generadas ante determinadas preguntas que se realizan al sujeto sometido a la prueba.

Esta imposibilidad incluye a otras tecnologías complementarias o sustitutivas del tradicional polígrafo como el análisis electroencefalográfico de potenciales evocados (como el componente P300) o la explotación de la imagen por resonancia magnética funcional (fMRI).

[21]​ Según el propio especialista, el acusado estuvo participativo y cooperativo en todo momento.

[24]​[25]​ Así pues, las dos pruebas basadas en la explotación del componente P300 fracasaron pese a realizarse en las mejores condiciones posibles.

Sin embargo, no parece existir ningún patrón común en la respuesta anatomofisiológica de los seres humanos ante un hecho eminentemente moral y psicológicamente complejo como es la mentira.

En Estados Unidos se usó como prueba de descargo a favor del sospechoso.

Estas reacciones son interpretadas por personas u ordenadores siguiendo un método que carece de validación científica.

David T. Lykken creó la técnica del conocimiento de la culpabilidad, utilizando información que solo sabe la persona culpable.

[9]​ Por otro lado, un meta-análisis realizado en el año 2020 por tres personas que se dedican a la detección de mentiras y una cuarta sin interés específico declarado muestra que el "comparison question polygraph test" podría tener cierta fiabilidad a la hora de identificar errores en las variables moderadoras entre distintos estudios.

[4]​ La CIA sospechaba que tenía uno o varios infiltrados debido a la inaudita capacidad del KGB para desarticular sus operaciones en la URSS y Ames, con información esencial al respecto, llevaba un tren de vida muy superior al que permitían sus ingresos legales con la excusa de haber cobrado una herencia.

Otros espías notorios que han pasado la prueba del detector sin mayores dificultades fueron Karl Koecher (en los años 1980),[5]​ Ana Belén Montes (en el año 2000),[6]​ o Leandro Aragoncillo (en 2005),[7]​ estos últimos ya con polígrafos digitales modernos.

Sin embargo, al igual que en los demás casos, estos dispositivos y sus operadores nunca detectaron el menor problema con Montes.

Sé simpático con el operador del polígrafo, establece una buena relación y muéstrate cooperativo.

En Estados Unidos el polígrafo se admite como prueba judicial bajo estipulación; es decir mediante acuerdo entre el fiscal y el defensor, en los siguientes estados: Arizona, Arkansas, California, Deaware, Florida, Georgia, Idaho, Indiana, Iowa, Kansas, Nevada, Nueva Jersey, Carolina del Norte, Ohio, Utah, Washington y Wyoming es admisible como prueba si el juez decide aceptarlo.

A principios del siglo XXI se postuló una aplicación marginal de la imagen por resonancia magnética funcional (IRMf, más conocida por sus iniciales en inglés fMRI) como potencial detector de mentiras sobre una nueva base científico-técnica distinta a la del tradicional polígrafo y sus evoluciones.

Sin embargo, y pese a la existencia de dos empresas que comercializan este servicio, esta aproximación está actualmente basada en conjeturas que tampoco se consideran muy prometedoras como detector de mentiras práctico y fiable.

Leonard Keeler probando el polígrafo con un testigo del caso Bruno Hauptmann
Ana Belén Montes recibe en 1997 un certificado de servicios distinguidos de manos de George Tenet , director de la CIA , mientras trabajaba para Cuba y superaba múltiples pruebas de los nuevos polígrafos digitales instaurados tras el caso Ames .