Su poesía se caracteriza por un sistema reconocible de pensamientos[1] y recursos poéticos, cercano a la filosofía, con un tono muy reflexivo.
[2] Según el crítico Petar V. Arbutina, "Stojanović pertenece a un pequeño círculo de poetas autóctonos que han sido la principal fuerza creativa y artística de la poesía serbia en las últimas décadas”.
Además, las montañas de Montenegro y Pec también influyeron en su poesía convirtiéndose en el otro tema recurrente en sus obras.
Su primera pasión por la escritura se hizo evidente ya a la edad de 10 años.
En 1990, fundó su empresa privada en Peć y planeó, entre otras cosas, entrar en el negocio editorial.
Llamó a su empresa Metoh (tierra de la iglesia) y planeó publicar una revista literaria con el mismo nombre.
Muchos de sus nuevos poemas son menos rígidos y elípticos, desde perspectivas tanto lingüística como poética.
Entrevistó a muchos de los destacados escritores serbios en Belgrado, e.g., Momo Kapor, Alek Vukadinović y Nikola Milošević (político).
El objetivo era realizar entrevistas con algunas importantes figuras de la literatura y luego regresar a Yugoslavia.
Escribió varios cientos de páginas en sus cuadernos explorando estas ideas, así como ensayos sobre lengua y literatura.
Esto es especialmente característico de los libros, El signo y sus niños,[11] La forma,[12] y El Creador,[13] en los cuales, con un número de palabras relativamente pequeño repetidas en diferentes contextos, Stojanović construyó su propia cosmogonía poética.
Algunos temas y preocupaciones, ya sean piedras o galaxias, están presentes en todos sus libros.